Las comunidades y ejidos que habitan los ecosistemas forestales mexicanos -selvas, bosques, matorrales- aprovechan además de la madera, productos no maderables como resinas, gomas, ceras, fibras, tierra, agaves. Estos productos alcanzaron un valor de 1034 millones de pesos en 2018 y dieron trabajo a miles de familias que habitan en los territorios rurales de 29 estados del país, muchos de los cuales no necesariamente tienen derechos agrarios.
La actualización del micrositio sobre comunidades y bosques reúne y sistematiza las bases de datos y la información geoespacial existente sobre el aprovechamiento de productos forestales no maderables (PFNM) por parte de ejidos y comunidades. Con esta información se complementa la base de datos presentada en 2021, relativa a los aprovechamientos de madera por parte de emprendimientos comunitarios, y que forma parte del proyecto Comunidades y bosques en México, desarrollado por el Consejo Civil Mexicano de Silvicultura Sustentable (CCMSS).
De acuerdo con los hallazgos de este proyecto, 297 ejidos y comunidades de 29 estados de la República cuentan con avisos vigentes (1195 avisos vigentes al cierre del 2021) para el aprovechamiento de recursos forestales no maderables de 114 especies distintas, principalmente de resina de pino, lechuguilla, orégano, palma de guano y candelilla, entre otros.
Otros 187 ejidos cuentan, al menos, con una autorización vigente para el aprovechamiento de productos no maderables de 72 especies, entre las que destacan el Agave salmiana, Yucca schidigera, Agave durangensis y Agave cupreata.
De 2009 a 2018 se obtuvieron un promedio de 91 mil toneladas de PFNM, de acuerdo con el anuario estadístico de la producción forestal de 2018. Los principales estados productores fueron Durango, con 24 mil 257 toneladas; Michoacán, con 22 mil 598 toneladas y Zacatecas, con 15 mil 770 toneladas.
Uno de los productos forestales no maderables con mayor participación en la producción nacional es la resina de pino, que representa el 22% del volumen total de PFNM y el estado de Michoacán lidera la producción de resina, con el 92% por ciento del volumen.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno de México (Semarnat), de las 172 mil toneladas de PFNM generados en 2018, 24 mil 205 correspondieron a resinas (principalmente de pino), 3 mil 709 a fibras como la lechuguilla y el zacate cortadillo; 2 mil 313 toneladas de ceras como la candelilla; 24 toneladas de gomas y 78 mil toneladas de ‘otras especies’, entre las que destacan los agaves y otras especies para la elaboración de destilados como el mezcal, sotol y bacanora.
El valor de la producción de PFNM en 2018 fue de mil 34 millones de pesos, de los cuales Michoacán aportó 438 millones por concepto de la venta de resina de pino. La resina representa casi el 50% del valor de la producción nacional de productos forestales no maderables.
Es importante señalar, que los datos sobre la producción nacional de PFNM puede ser conservadora, debido a que miles de personas que habitan en las regiones rurales realizan actividades de manejo y aprovechamiento de manera informal para su autoconsumo.
“El aprovechamiento de los productos forestales no maderables (PFNM) permite la conservación de los ecosistemas, gracias a las labores de manejo, el conocimiento tradicional y las técnicas de silvicultura que emplean las familias campesinas. Es fundamental voltear a ver este sector que se encuentra aún más relegado que el de los emprendimientos forestales maderables; es fundamental valorarlo y generar políticas púbicas orientadas a fortalecerlo a través de canales de comercialización, de más investigación, de asesoría técnica, de desarrollos tecnológicos, de créditos y apoyos económicos”, afirmó Salvador Anta, integrante del CCMSS.
Entre los retos que enfrentan los productores y productoras de PFNM está el de la comercialización: debido a la falta de integración de las cadenas productivas, se ven obligados a vender a intermediarios (coyotes) que acuden a las comunidades y pagan precios bajos por los productos. Cuando los precios son muy bajos la gente abandona los bosques porque no les es rentable invertir tanto tiempo y trabajo y esto abre la puerta al deterioro de los ecosistemas.
La falta de opciones para la comercialización, de asistencia técnica y de financiamiento para el desarrollo de proyectos de transformación de estos productos forestales no maderables impiden que las comunidades campesinas generen valor agregado que contribuya a mejorar sus condiciones de vida y a tener certidumbre sobre su producción.
Es fundamental que las políticas públicas tanto federales como estatales valoren y apoyen la producción de los PFNM, ya que es una actividad estratégica para conservar los bosques en regiones que enfrentan diversas presiones y también se trata de una actividad que provee de medios de vida a las familias campesinas que no tienen derechos agrarios.