La nueva normalidad ha desbloqueado a diversas actividades culturales, un caso es la representación de “La Llorona” de Xochimilco, que deberá resguardar la sana distancia, uso de cubrebocas, y ocupación al 50% de las trajineras, el móvil más tradicional de sus canales para llegar a la laguna de Tlilac y observar la 27 representación de La Llorona, que rendirá homenaje a los fallecidos por COVID-19 en este 2020.
El viacrucis de realizar la representación de la Llorona, fue intenso, una cuarentena sanitaria, permisos oficiales engorrosos, análisis de capacidad de presencia de individuos, danzantes prehispánicos, españoles conquistadores y la propia Llorona.
En entrevista con AM de Querétaro, Nayelli Cortés Castillo, quien por varios años ha personificado a La Llorona, recordó que estamos en un año complicado por la pandemia del COVID-19, sin embargo, “como xochimilcas que somos no podemos rendirnos y con mucho trabajo como esfuerzo haremos una recreación de la vida y muerte de Nahui –La Llorona-“.
Narra que desde que comenzó a hacer las representaciones, se sorprendió que los niños no se asustaban con su maquillaje y su clásico grito de “aaaayyyy mis hijos”, pues la obra busca ser vistosa, colorida, cultural y de divulgar el sincretismo religioso-cultural del México precolombino y español.
Nahui es alguien que representa a las mujeres y madres afligidas de antes y hoy; su vida conmueve y al realizar las funciones es hermoso observar como el público guarda silencio y se emociona de su triste final.
Cabe recordar que “La Llorona” está basada en una de las leyendas con mayor arraigo dentro de la cultura mexicana y al cumplir su primer cuarto de siglo se ha enraizado en un escenario natural único con sus canales y chinampas de Xochimilco.
Explicó que en las reuniones de producción, se catalogó a la edición de 2020, como “La Llorona, el Anhelo de un Adiós”, dedicada a la memoria de todos aquellos que se han ido por COVID-19 sin tener la oportunidad de despedirse de sus seres queridos.
Cortés Castillo rememoró que es muy agradable que a lo largo del año, en su vida cotidiana siempre se le ligue con La Llorona, pues en los barrios de Xochimilco la conocen mucho por interpretar el personaje.
Describe que “Nahui me ha dejado muchos amigos y disciplina en mi vida, pues para interpretarla debo empezar a practicar cantos en náhuatl desde marzo, mentalizarme para el frio del sereno, aguantar el agua fría de los canales y coordinarme con los bailarines, etc., es una mujer que siempre me acompaña”.
Resaltó el caso de la celebración del Día de Muertos, fecha en la que la comunidad xochimilca participa con la colocación de las ofrendas en las casas; la visita a los panteones para velar a sus familiares y la tradicional “calavereada”, en la que chicos y grandes van de casa en casa pidiendo “calaverita”.
Por ello, los xochimilcas, rememoran esa fecha y sus tradiciones, y desde el embarcadero Cuemanco se viste de flores de cempasúchil para la representación muy simbólica que siempre se realiza en ese día.
Enfatizó que para realizar esta representación se acordó con las autoridades que siempre se deberá invitar a la gente a que haga uso obligatorio de cubrebocas; lavarse constantemente las manos con gel antibacterial al 70% de alcohol al estar en las trajineras, mantener la sana distancia dentro de las trajineras y en las filas de acceso; sólo se permitirán a 12 personas por trajinera (un 50% de lo normal) y se tendrá un sistema de sanitización especializado que se aplicara en cada trajinera.
DE DÓNDE NACIÓ LA LLORONA
La historia de La Llorona nació en Xochimilco, pueblo de riveras llenas de flores y chinampas dadoras de alimento; donde Yaotécatl, señor Xochimilca gobierna junto a Nahui, su hermana. El panorama cambia cuando llegan extraños hombres provenientes de tierras lejanas –España-, que muestran gran avaricia por el oro.
Nahui prevé el peligro de la guerra que se asoma y decide tomar la responsabilidad de proteger a su pueblo en sus manos; Yaotécatl entiende el riesgo en el que está su gente y sale de Xochimilco rumbo a Tenochtitlan a la guerra.
Nahui busca ocultar a mujeres, niños y ancianos, pero encuentra su tierra destruida por el fuego español y, así decide sacrificar su vida y la de su recién nacido hijo, por lo que se ofrenda a Cihuacóatl en busca de justicia. Desde ese día, su alma pena en los canales y chinampas de Xochimilco.