Oscar Banda, Vicepresidente y Director General de Marketing B2B en AT&T México
En México y América Latina, las pequeñas y medianas empresas tienen un papel muy importante dentro de la economía de cada país. Tan solo en México, por ejemplo, estos negocios representan el 4.9% de los establecimientos formales y concentran más del 30% del empleo[1]. Este panorama nos lleva a la pregunta, ¿qué sería de las grandes industrias si no tuvieran en la última milla a una PyME?
En mi experiencia, trabajando de la mano con estos negocios, he tenido oportunidad de presenciar cómo las tienditas de la esquina, abarroteras o incluso el mercado local funcionan como un eslabón fundamental de la cadena pues impulsan, a su vez, a otras empresas; y a nivel agregado, a la mediana y gran compañía. Pensemos en una gran empresa de lácteos o bebidas: sin las “tiendas de la esquina” no tendrían cómo llegar al grueso de sus clientes.
Observando cómo todas las industrias están cambiando gracias a la tecnología, los negocios tienen la oportunidad de transformar sus filosofías, modelos y sistemas internamente[2] bajo el objetivo de poner al cliente al centro de todas sus experiencias. Por esta razón, las grandes empresas suelen acompañar el desarrollo de las PyMES con entrenamiento, consejos, infraestructura; y en esa misma línea, aparece el soporte para su transformación digital, ya que pronto será la única manera de integrarlas al proceso digital de toda la cadena.
Esta necesidad de cambio ha sido más notoria en los últimos años. En 2020, a raíz de la contingencia sanitaria de COVID-19, más de 2,7 millones de negocios, la mayoría pequeñas y medianas empresas, cerraron sus puertas en América Latina[3], remarcando la urgencia de adaptarse a una nueva realidad donde la conectividad y diferentes soluciones tecnológicas se han convertido en el nuevo estándar para los consumidores. Es importante resaltar cómo algunas de estas PyMES dieron un salto importante hacia la digitalización de manera empírica y, a veces, rudimentaria: algunas empezaron a tomar pedidos por WhatsApp, otras implementaron su primer e-commerce, algunas incorporaron una pasarela de pago electrónico y hubo incluso quiénes aprovecharon para dar el salto hasta tener un chatbot conectado con su inventario y sistema de distribución.
Esta transformación no tiene que ser brusca. Para alcanzar este objetivo ambicioso, no es necesario que tu PyME tenga una base tecnológica, sino comprender que la transformación digital es clave para su crecimiento.
La transformación digital se trata, por lo menos en un inicio, de abrir tus puertas a nuevos clientes, incorporar un pensamiento disruptivo e innovador en tu operación y automatizar, poco a poco, tus procesos. Son muchos los obstáculos que encontrarás, pero es aquí donde entra el apoyo que grandes empresas pueden ofrecer a las más pequeñas para potencializar su alcance y llevarlas al siguiente nivel, con lo cual ganamos todos.
Un consejo importante para esta transformación de tu PyME es dividir el proyecto en procesos de la cadena de valor. Por ejemplo, los eslabones de tu cadena pueden ser: (1) las compras, (2) el registro y gestión de inventarios, (3) la producción, (4) las ventas, (5) la distribución, (6) la cobranza, (7) la satisfacción del cliente y (8) la nómina y gestión administrativa. Así descompuesto en eslabones puedes reducirlo a procesos dentro de cada uno y evaluar la conveniencia (en términos del costo y beneficio) de ir digitalizando cada proceso hasta completar el eslabón. En cada negocio el costo de la manera “actual” vs el costo de digitalizarlo, resultará en una relación distinta, y esto irá cambiando con el tiempo. En el momento en el que el costo de digitalización (quizá sea una herramienta, una licencia o un programador) sea menor al beneficio que te dejará la mejora, entonces será el momento perfecto para digitalizarlo, y así podrás avanzar poco a poco y con retorno financiero seguro.
Recuerda que la digitalización no es una posibilidad, es una necesidad, quien antes lo adopte tendrá una ventaja competitiva temporal para aprovechar, pero eventualmente todos los procesos tenderán a ser digitalizados, beneficiando a toda la cadena y todas las industrias para beneficio de la economía en su conjunto.