El 16 de octubre es el Día Mundial de la Alimentación, una fecha particularmente especial para reflexionar sobre cómo se nutren los mexicanos, pero también para pensar acerca de cómo se producen los alimentos, qué consecuencias puede traer para el planeta la industria que los produce, cuál es el vínculo que se tiene con los animales y de qué manera se puede contribuir a disminuir el hambre en el mundo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 2.000 millones de personas no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes, y la demanda aumentará dado que se espera que la población mundial alcance casi 10,000 millones en 2050. El impacto de la malnutrición en todas sus formas tiene un impacto en la economía mundial de unos 3.5 billones de dólares al año.
Un problema es la centralización de los alimentos, pues sólo nueve especies de plantas representan el 66 por ciento de la producción agrícola total, a pesar del hecho de que existen al menos 30.000 plantas comestibles.
En este sentido, algunas personas decidieron optar por una alimentación basada en plantas, debido a la desigualdad alimentaria y al deseo de ayudar a alimentar a las personas en lugares menos privilegiados del mundo.
Más del 80 por ciento de la tierra de cultivo es utilizada para la industria ganadera, pero produce únicamente el 18 por ciento de las calorías que consume la humanidad. En total, un tercio de la cosecha mundial de cereales y el 70 por ciento de la cosecha mundial de soja se usa para alimentar animales de granja.
“Es imperioso comprender el gran desperdicio de recursos que implica la producción industrial de lo que consideramos alimentos de origen animal. Existe suficiente alimento para criar a estos animales, y aún así, el derecho al acceso a alimentos saludables no está garantizado a toda la población humana”, explica Jessica González Castro, gerente de la campaña #QuitemosLasPandemiasDelMenú en México, impulsada por Milllion Dólar Vegan, una organización internacional.
A nivel mundial, la agricultura utiliza el 70 por ciento de toda el agua disponible, pero es la cría de animales lo que demanda la mayor parte. Esto se debe a que se necesitan 15,000 litros de agua para generar un kilo de carne, pero solo 1,500 litros de agua para generar un kilo de granos. Es decir, se necesita tres veces más agua para cultivar alimentos para una persona que come carne que para un vegetariano.
Por ello, recomendó tener una alimentación basada en vegetales, que permite colaborar en la erradicación de la cría de animales, una actividad nociva que contribuye al cambio climático, impulsando la deforestación y la pérdida de especies, además de desperdiciar tierra, energía, agua y contaminar el aire, las vías fluviales y la tierra.
“Nuestro consumo de productos de origen animal nos está conduciendo a la devastación global. En los últimos años, apreciamos la destrucción de los bosques, la contaminación de la tierra y de las vías fluviales, y la extinción de innumerables especies; y fuimos testigos de tormentas nunca antes vistas, incendios forestales, escasez de agua, olas de calor, derretimiento de capas de hielo e inundaciones devastadoras”, lamentó.
Según un reciente informe de FAO, el sector de la ganadería produce alrededor de 70 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año (un 18 por ciento más que el sector del transporte).