La religión es la manifestación cultural más trascendente que ha conocido la humanidad; reconocer la enorme diversidad religiosa es distinguir la riqueza cultural que esta representa, aseveró el académico del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jorge Traslosheros Hernández.
Hoy en día el diálogo interreligioso es uno de los elementos más importantes para configurar una convivencia pacífica a nivel internacional y construir sociedades democráticas, señaló el experto universitario.
“Hay un derecho humano que no es un fenómeno religioso: el de la libertad de religión y es constitutivo de una sociedad democrática, pues estas no pueden existir sin esa libertad y la libre convivencia pacífica de las distintas manifestaciones culturales”.
La libertad religiosa, abundó el doctor en Estudios Latinoamericanos, va más allá de la simple tolerancia, esta vocación por la importancia que tenemos los seres humanos, reconoce también una enorme diversidad religiosa y el diálogo interreligioso para la convivencia pacífica.
Una muestra de este diálogo son los encuentros de Asís, Italia, que se realizan a partir de 1986 -a iniciativa del Papa Juan Pablo II- y anualmente reúnen a líderes de cultos politeístas, animistas, místicos, monoteístas de todo el mundo, a favor de la paz.
En México hay cerca de 250 religiones, de acuerdo con la Clasificación de Religiones 2020, elaborada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística.
Además, el Censo Nacional de Población y Vivienda 2020 reveló que 77 por ciento de la población se declara católica, 11.2 protestante o cristiano evangélico, 0.2 por ciento de otra religión, 2.5 creyente sin alguna adscripción religiosa, y 8.1 por ciento sin religión.
El experto universitario explicó que, a lo largo de la historia, en México hemos construido, poco a poco, mecanismos para tener mayor libertad religiosa; un elemento clave ha sido tener un Estado laico que permite que las religiones tengan mayor posibilidad de desarrollo como parte de la sociedad civil.
“El Estado tiene que ser laico y neutral y posibilitar las diferentes manifestaciones para que la sociedad, que no es laica, se desarrolle en libertad y en un marco de paz, justicia y orden”, enfatizó.
Traslosheros Hernández detalló que en el país predomina un indo-cristianismo afecto a la ritualidad, a la imagen y a la manifestación pública.
Asimismo, recordó que a principios del siglo XX hubo una persecución contra el catolicismo en el país, pero afortunadamente la expansión de la democracia y los estudios históricos han permitido tomar conciencia de que en una sociedad como la mexicana, plural y diversa, existen religiones de distinta índole.
“La función de un Estado de derecho es tutelar los derechos humanos y uno de los más importantes es el derecho a la libertad religiosa. Nosotros estamos en proceso de construir realmente un marco de libertad religiosa. Aún tenemos muchos retos, entre ellos, aprender que en el espacio público la religión está en derecho a manifestarse cualquiera que esta sea”, insistió.
El experto del IIH refirió que la religión y el rito religioso están en el fundamento de la cultura humana. Por ejemplo, en las excavaciones arqueológicas y antropológicas se muestra la conciencia de la muerte, la vida, del ser y “la posibilidad de un más allá”.
La religión, prosiguió, es una experiencia totalizante de la experiencia humana y la ritualidad se proyecta en múltiples manifestaciones, por ejemplo, en el arte en general: música, poesía, literatura (sea de tradición oral o escrita).
Su fuerza también ha sido importante a lo largo de la historia y para la creación de cultura debido a que está vinculada a la tradición que se compone de varios elementos: el actor que la transmite, la generación que la recibe, la actualiza a su propia realidad y la repropone a la siguiente generación. “Así, la religión trae consigo una herencia cultural muy poderosa y al mismo tiempo se actualiza constantemente”, apuntó.