Si bien en la última década se lograron avances en cuanto a la igualdad de derechos para las mujeres, aún queda mucho camino por recorrer; sobre todo en el ambiente laboral, en donde la brecha se acentúa más por diversos factores.

En México, la reducción de la brecha se ha visto beneficiada en educación y salud, aunque persisten los retos para lograr la paridad en términos políticos y económicos. De acuerdo con el Reporte Brecha de Género en México del Centro de Investigación en Política Pública (IMCO), el mayor desafío para las mujeres en México es la igualdad de oportunidades y su participación económica.

De acuerdo con datos del IMCO en 2022 la brecha de ingresos es de 14%, es decir, por cada 100 pesos que recibe un hombre en promedio por su trabajo al mes, una mujer recibe 86 pesos. A su vez, diversos estudios de la organización sin fines de lucro GROW Género y Trabajo, dan cuenta que las mujeres y personas de otras identidades de género cuentan con menos posibilidades para acceder a puestos de liderazgo en las organizaciones. Asimismo, datos de la OIT muestran que solo 1 de cada 5 empresas en el país tiene mujeres CEO.

Si bien para romper con estas barreras es necesario llevar estas conversaciones al ámbito legislativo, también se debe romper con viejos paradigmas y estilos de liderazgo que no solamente promuevan la igualdad en materia de género, sino también en espacios más diversos, que mejoran el desempeño de las organizaciones. Estudios de la OIT afirman que las organizaciones que desarrollan políticas de inclusión mejoran su productividad y rentabilidad, y tienen más probabilidad de retener personal.

Sin embargo, existen algunas herramientas (como lo es el coaching) que puede ayudar para trabajar en dichos obstáculos sin dejar de lado el avance necesario en materia legislativa y social. Según Leyla Suarez, coach certificada ICC por la International Coaching Federation (organización sin fines de lucro dedicada al entrenamiento profesional) este entrenamiento fortalece a las mujeres en su camino de liderazgo en dos niveles:

  1. Nivel Personal: En el caso de la mujer a nivel individual el tener acceso a las sesiones de coaching le permiten desafiar las subjetividades de los sesgos y creencias internas frente a su rol y plantearse nuevas preguntas en torno a temas como la expresión emocional, el ejercicio de liderazgo, la gestión del poder, el balance vida trabajo, que limitan su estima, su confianza, su capacidad de afrontamiento, su capacidad de negociar haciéndolas replantearse retos para asumirlos con foco y entusiasmo renovado.

 

  1. Nivel organizacional: A nivel organizacional el coaching facilita que la mujer pueda repensarse dentro del tablero de juegos, adoptando nuevas posiciones para escalar de manera limpia los peldaños de la escalera corporativa. Así mismo, que pueda influir en la mesa de toma de decisiones ejecutivas en asuntos que redefinen el presente y el futuro del crecimiento de la misma mujer dentro de la organización, como los procesos de retención y formación de ejecutivas, la implantación de comités para la gestión de la diversidad, los sistemas de compensación y evaluación entre otros procesos.

Así pues, este tipo de herramientas son importantes no solo para las mujeres, sino que es importante que las compañías ofrezcan capacitaciones para sus colaboradores, mantengan reuniones con organismos, y coaching en los puestos de liderazgo para no continuar perpetuando estos patrones nocivos y darles así a las profesionales el lugar que merecen.

En este sentido, Leyla Suarez señala que “si las empresas realmente quieren apostar a tener el mejor talento y evitar que las mujeres queden atascadas en los mandos medios o se den de baja, el boarding directivo tiene que considerar entre sus iniciativas el incluir el coaching individual y de equipos, para dar forma al futuro con las mujeres a bordo”.

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