En la charla «Economía circular y compostaje: sinergias IPN-CDMX»,  se expuso un diagnóstico marcado por el hecho de que en el mundo se desperdicia el 45 por ciento de frutas y vegetales cosechados, además del 30 por ciento de cereales, la plática estuvo a cargo de Judith López Jardines, responsable de la Planta de Producción de Composta y Vivero del IPN.

La experta manifestó que la economía circular plantea que tenemos los mecanismos de extracción de materias primas, procesos productivos, sistemas de consumo, distribución, reúso, recuperación, reciclaje y la disposición final, pero antes de esta última se encuentra el tratamiento.

Señaló que el IPN trabaja continuamente en campañas de concientización para promover el respeto a la separación diferenciada; “se trata de que la planta de producción de composta y vivero del Politécnico reciba residuos de alta calidad, es decir, que no sean inorgánicos. Pedimos que separen alimentos de residuos de pasto, hojarasca, y éstos a su vez, separados de ramas y troncos”.

Posteriormente, detalló, se reduce el tamaño de partículas para hacer una mezcla homogénea con respeto a la relación carbono-nitrógeno.

Por otro lado, la especialista manifestó que entre los retos que se enfrentan en la actualidad, está la pérdida de suelo natural a nivel mundial. En 2015, cuando se celebró el Año Internacional de los Suelos, los especialistas en México señalaron que para entonces se había perdido 48 por ciento de suelo natural en nuestro país.

Entre los efectos negativos que hoy le impactan al suelo es la entrada de especies invasoras, contaminación, cambio de uso de suelo, crecimiento de urbanización y aumento de la demografía; incendios forestales y degradación de la tierra.

López Florez expuso que al suelo no se le considera en las políticas públicas como un recurso patrimonial y ambiental de primer orden, en gran medida, porque se piensa que no es un bien directamente consumible. Pero una capa de un centímetro de espesor puede tardar en formarse cien años en condiciones naturales.

Se estima, sostuvo, que del millón de especies de bacterias que puede haber en este material biológicamente activo, apenas se conoce 1.5 por ciento.

No obstante, alertó, que de los 263 millones de toneladas de carne que se producen al año, se pierde el 20 por ciento, lo que equivale a 75 millones de vacas.

Añadió que la FAO indica por su parte que se pierde al año un tercio de la producción de alimentos para consumo humano. En América Latina y el Caribe se registra el  seis por ciento de esas pérdidas. Y cada año la región pierde 15 por ciento de sus alimentos disponibles.

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