La agricultura es una de las industrias que tiene la posibilidad de reinventar sus procesos de producción con miras a ser mucho más sostenibles, ya que para funcionar extrae y utiliza recursos naturales. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), este sector llega a liberar grandes cantidades de dióxido de carbono. Aunado a esto, las emisiones de metano (que se estiman rondan los 15 millones de toneladas al año) son generadas en un 40% por los suelos naturales, 14% por suelos agrícolas, 14% por ganado, 9% por fuentes industriales, 20% por los océanos y 3% por la combustión de biomasa.
La agricultura es parte prioritaria para la nutrición tanto humana como animal, razón por la que contar con alternativas más sólidas es fundamental, como es el uso de procesos ecológicos para mantener o aumentar la producción de alimentos, al tiempo que reducen los costos ambientales y de insumos económicos. Una opción que ha tomado fuerza en los últimos años es la agricultura regenerativa, concepto que consiste en la rehabilitación del suelo para mantenerlo productivo el mayor tiempo posible sin necesidad de talar nuevas áreas.
“El minimizar la huella de carbono en los diversos procesos productivos, así como en las cadenas de suministro es imperativo, es así como en cada faceta de nuestras operaciones globales contamos con prácticas sostenibles, éticas y responsables”, argumenta Diego Di Martino, gerente de Sustentabilidad para Latinoamérica en ADM, líder en nutrición animal y humana al ser una de las empresas más grandes del mundo.
La compañía implementa programas de agricultura sostenible y regenerativa para identificar proyectos centrados en la divulgación, la educación y la mejora continua, con la finalidad de impulsar la adopción de prácticas mucho más sustentables. Éstos alineados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, principalmente en los puntos nueve y 12 sobre “construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible, fomentar la innovación, y “garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”, respectivamente.
Para entender mejor sobre los impactos que tiene la producción agrícola regenerativa, se comparten cuatro de sus impactos:
Promueve una mayor resiliencia del suelo. Sin lugar a duda esta es la ventaja más importante, ya que propicia una mejora considerable en calidad física, química y biológica de un terreno. Y es que este objetivo de mantener un espacio fértil por muchos más años hace que se invierta en dotarlo de más compuestos y de mayor calidad.
Protege la biodiversidad. Al utilizar al máximo las capacidades del suelo, también se protegen otros terrenos naturales y se evita la tala de árboles o eliminación de especies que viven en el mismo lugar.
Impulsa la nutrición aprovechando los recursos. Este modelo de cultivo regenerativo contribuye a cubrir la demanda en términos nutricionales para los seres humanos y animales que hay en el mundo. Esto debido al aprovechamiento responsable de recursos, tal es el caso del suelo y el agua, con las medidas y cuidados necesarios.
Reduce los gases de efecto invernadero. Las prácticas agrícolas regenerativas pueden reducir de forma significativa la emisión de GEI al reducir la dependencia de insumos sintéticos y construir suelos saludables que absorben carbono en lugar de liberarlo.
Según datos de un informe emitido por la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación, la restauración de tierras puede ser una solución costeable para múltiples temas, incluidos el cambio climático, la conservación de la biodiversidad y la migración forzada.
Aún hay mucho por hacer en materia medioambiental, por lo que la corresponsabilidad de industrias es vital para generar cambios importantes y tangibles y con ello garantizar un futuro sostenible en el mediano y largo plazo.