El Códice Boturini o Tira de la Peregrinación es un manuscrito colonial, hecho en papel amate, compuesto de 22 láminas, las cuales unidas conforman un biombo de 5.49 metros de longitud; en él se registró la historia del origen de los mexicas, desde su salida de Aztlan hasta su llegada al Valle de México.
La descripción y análisis del antiguo documento, hecha por el especialista en códices, Baltazar Brito Guadarrama, ha dado como resultado la publicación del libro Códice Boturini o Tira de la Peregrinación, coeditado por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Durante la presentación del título, el director editorial de este fondo, Francisco Pérez Arce, señaló que el volumen es el segundo de una serie de libros sobre códices que el FCE y el INAH realizan para mostrar al público, de una manera amable y sin tecnicismos, aquellos pictogramas que relatan la historia mesoamericana; el primero fue El Lienzo de Tlaxcala (2021).
El autor, y también director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) del INAH, dio lectura a una crónica del Códice Durán, la cual relata cómo los «hechiceros» de Moctezuma Ilhuicamina viajan por el tiempo para llegar al antiguo Aztlan, lugar primigenio de los mexicas, cuya ubicación no se conoce de forma precisa.
En el apartado inicial de libro, Brito Guadarrama detalla el peregrinar del códice, desde su primer propietario, Carlos de Sigüenza y Góngora, su resguardo en el Colegio jesuita de San Pedro y San Pablo, y la apropiación de este por parte de Lorenzo Boturini; refiere que, después de pasar por varios repositorios nacionales y extranjeros, entre 1825 y 1828, fue entregado al antiguo Museo Nacional de México para, finalmente, resguardarlo en la BNAH.
En las páginas del libro, el etnohistoriador examina y reflexiona respecto a las 22 láminas que integran el códice o amoxtli; asimismo, contrasta la información que ofrece con otras fuentes, como las Relaciones de Chimalpahin y la Crónica Mexicáyotl.
La dificultad de este códice fundacional es que los tiempos históricos se entreveran con lo mítico; en las primeras cinco láminas, Huitzilopochtli o Colibrí Zurdo habla con el pueblo y los guía por medio de sus sacerdotes, pero en las siguientes, el dios tutelar desaparece del relato gráfico; sin embargo, surgen elementos geográficos que permiten reconocer el itinerario mexica y los lugares explicó.
De acuerdo con Brito Guadarrama, la salida de Aztlan para fundar Tenochtitlan fue en 1168 d.C. (ce-técpatl o uno pedernal). En la Lámina 2, por orden de Huitzilopochtli, los aztecas fueron convocados en Chicomoztoc (Lugar de siete cuevas), junto con otros siete pueblos, con la representación de su tlahtoani (el que habla). El dios es cargado en forma de bulto sagrado por Tezcacóatl, uno de los cuatro teomamas, los encargados de transportar.
La Lámina 3 da cuenta de los paisajes semidesérticos que recorrieron; en la 4, Huitzilopochtli les asigna el gentilicio de mexicas; pero, como cita el autor, la deidad junto con los teomamas desaparecen en la Lámina 5. Las láminas del 6 al 22 hablan del peregrinaje y llegada de los mexicas al Valle de México, y concluye cuando son sometidos por Coxcoxtli, señor de Culhuacán.
Por último, el especialista refirió que ninguno de los que iniciaron el viaje tuvo la dicha de ver la tierra prometida, ya que el trayecto duró alrededor de 150 años; es probable que el códice haya terminado con la fundación de Tenochtitlan, pero el resto de las láminas no se localizaron.