México requiere de cambiar a nuevos modelos de consumo energético que contribuiría a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sustentable en materia energética, pero también son prioritarias políticas públicas encaminadas a lograr la transición hacia energías limpias, declaró la doctora Fabiola Sosa Rodríguez, académica del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Expuso que “la lucha contra el cambio climático ha llevado a centrarnos en la mitigación”, lo que implica reducir la emisión de gases de efecto invernadero, objetivo directamente relacionado con el consumo de combustibles fósiles, una de las principales causas del incremento en la temperatura de la Tierra.
La producción y consumo de energía representan 77 por ciento de los (GEI), por lo que es necesario avanzar en prevenir el calentamiento global de manera que no rebase los dos grados, aunque las metas más realistas hablan de evitar que se rebase 1.5 grados centígrados, por los impactos que implicaría para el planeta llegar a estas temperaturas.
La también jefa del área de investigación de Crecimiento y Medio Ambiente dijo que se tienen claros estos objetivos, todas las estadísticas indican que para el año 2100, el mundo va a seguir dependiendo como fuente de energía de los combustibles fósiles y que en poco más de 10 años se aumentará el consumo en 56 por ciento, por lo que “en realidad los niveles de ambición de los países para atender los esfuerzos de mitigación han sido muy pobres, porque no se han puesto los recursos ni las intenciones” para alcanzarlos.
La investigadora agregó que en el modelo económico actual, 74 por ciento de la energía proviene de combustibles fósiles y sólo 26 por ciento de fuentes renovables, por lo que la meta de que 80 por ciento de la electricidad se produzca por fuentes renovables queda lejana, pues “parece que caminamos en el sentido contrario”.
México, por su parte, difícilmente se acercará a ese objetivo porque sólo 10 por ciento de la energía para producir electricidad proviene de renovables; además casi 50 por ciento es importada y en términos de su matriz energética, más de 80 por ciento proviene de hidrocarburos.
Recordó que de acuerdo con el “compromiso de nuestra nación entregado en la COP 21, 35 por ciento de electricidad sería producido por fuentes limpias”; sin embargo, las políticas gubernamentales no están avanzando en esa dirección, por el contrario “le seguimos apostando a los combustibles fósiles”.
Por su parte, el doctor Juan José Ambriz García, del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de esta sede académica, indicó que el llamado consumo energético es sinónimo de la vida moderna, porque cualquier actividad que se realice en el día a día tiene que ver con una forma de energía.
Los recursos energéticos tienen que cumplir una variedad de condiciones; por ejemplo la movilidad, pues la mitad de ellos sirven para este fin y “esto implica un gran reto cuando queremos cambiar” tal situación.
Efectivamente “tenemos problemas de fuentes que están contaminando y en todas ellas se puede participar disminuyendo el consumo”; por ejemplo en el uso de LEDS hay un 75 por ciento de ahorro de la electricidad consumida para un mismo fin que es tener luz. Ambriz García comentó que en la búsqueda de nuevas alternativas están combustibles como el hidrógeno que permite mover la energía de un lado al otro y que se considera ideal, pero tiene que ser fabricado en condiciones renovables.