La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) reporta la variación de precios de la canasta básica alimentaria de cuarenta y cuatro productos de febrero a marzo del presente año, estudio de mercado realizado en los treinta y dos estados de la República, con una muestra aleatoria domiciliada, ambulatoria, estratificada en más de 200 puntos de venta en tres niveles de consumo: alto, medio y popular.
El precio promedio de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) resultó estar en $1,803.75 con una variación a la baja de 2.46%, al disminuir su precio en promedio $45.50. Aun con ello, los cinco estados con la CBA más encarecida resultaron ser Veracruz 7.51%; Nayarit 4.30%; Tabasco 3.05%; Michoacán 0.53% y Sinaloa 0.21%. Los productos que más aumentaron en el último mes fueron el jabón de lavandería 5.69%, que pasó de $36.54 a $38.62; café soluble 3.22%, que pasó de $112.25 a $115.86; papel higiénico 2.89%, que pasó de $32.43 a $33.37; botanas 2.07%, que pasaron de $19.01 a $19.41, y el arroz 1.66%, que pasó de $30.09 a $30.59.
“La inflación alimentaria que padece el país prevalece no obstante estas décimas a la baja. Los precios siguen siendo altos, sobrepasando el poder adquisitivo de las personas Como dicen: “bajó poquito”, tan poquito que ni se siente, no hace diferencia, ni marca sensible mejora. Menos aún se puede considerar esto una victoria, sabiendo que las mujeres son quienes más resienten los costos de esta inflación, pues en su mayoría son las responsables de la compra de vivieres para el hogar, al tiempo que enfrentan la necesidad de aceptar empleos informales que ofrecen la mitad del pago comparado con un trabajo formal y la brecha laboral de género al recibir sólo tres cuartas partes de lo que gana un hombre al realizar la misma actividad”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
En materia de alimentación falta mucho para lograr que los precios regresen a como estaban previo a la pandemia de COVID. Este tema sigue siendo el talón de Aquiles de nuestra economía y uno de los grandes retos del próximo gobierno federal a elegirse el dos de julio.
Otro desafío a enfrentar será el nearshoring, producto del fenómeno de relocalización. Nuestro país de facto ha sustituido a China como el principal socio comercial de los Estados Unidos, primera economía del mundo. Esta condición explica en mucho la apreciación del peso frente al dólar, el tipo de cambio que ahora tenemos corresponde a este nuevo rol que estamos jugando en la economía norteamericana, resultando beneficiada la actividad comercial de ambos países.
Este proceso conlleva un nuevo neoproteccionismo que opera a partir de la crisis de suministros que se vivió a causa de la pandemia de COVID e implica la relocalización de las cadenas productivas, que no hace mucho tiempo se desarrollaban en ciudades asiáticas como Vietnam, Nepal, Laos y China hacia América, con especial interés en México por su ubicación cercana a los Estados Unidos, independientemente de las condiciones internas del país.
Sin embargo, no hay tiempo para festejar la actual situación. La realidad económica del mundo es muy cambiante y efímera, de un momento a otro puede arrastrarnos a un lugar no deseado, es decir, no es momento de presumir estabilidad. Lo que procede es problematizar la circunstancia para que no nos pase lo que nos pasó con el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica del que pudimos haber sacado mayor ventaja.
Debemos atender los asuntos puntuales que el nearshoring exige a nuestro país: mano de obra certificada, certidumbre jurídica, energía eléctrica sostenible, infraestructura de movilidad, seguridad pública, abasto de agua, condiciones fiscales claras y blandas, simplificación de trámites administrativos y gobiernos democráticos de amplio consenso capaces de ofrecer estabilidad y paz social.
En suma, es claro que los inversionistas no son proclives a poner en riesgo su dinero, buscan establecerse en un lugar que les brinde certeza de que sus negocios van a poder desarrollarse de manera óptima, que serán capaces de sacar adelante su cometido de producción, asegurando el retorno de su patrimonio.
“Al capital lo mueve la ganancia, al Estado el bienestar, mas no hay bienestar posible si el Estado no garantiza las condiciones para que la población obtenga empleos bien remunerados. Por ello, este momento de relocalización, de llegada de fuertes inversiones que encara México. Más que festejarlo debemos entenderlo como una gran responsabilidad, tenemos importantes retos que enfrentar y vencer o nos quedará grande esta coyuntura histórica, buscando los empresarios nuevos destinos donde establecerse, dejándonos colgados de la brocha, eso sería fatal”, recalcó Rivera.
Para afianzar esta posibilidad de desarrollo debemos prepararnos. De lo contrario, se convertirá en un sueño similar a afirmar que la Selección Nacional de Futbol va a llegar a la final del Mundial del 2026 sin hacer nada para lograrlo, una fantasía con festejos adelantados y desafortunados.