Actualmente cerca de 76 millones de personas de entre 40 y 80 años de todo el mundo viven con glaucoma, una enfermedad progresiva y silenciosa que afecta al nervio óptico por el aumento de presión en el ojo, llamada también presión intraocular. Al afectar el nervio responsable de enviar las imágenes al cerebro, este padecimiento se ha convertido en la segunda causa de ceguera irreversible en el mundo.
Se prevé que para 2040, este padecimiento afecte a más de 111,8 millones de personas a nivel global. En México se estima que existen más de dos millones de personas con glaucoma, proyectándose que serán casi 3.5 millones para el año 2050.
Entre los tipos de glaucoma que más afectan a la salud visual están el de ángulo abierto, el más común y difícil de detectar porque el aumento de la presión intraocular ocurre lentamente. Hay que tener en cuenta los diversos factores de riesgo como la edad, hipertensión intraocular, córnea delgada, hipertensión arterial, diabetes, miopía elevada, origen étnico, migraña y antecedentes familiares. Asimismo, condiciones como artritis, lupus, herpes, sífilis y ciertos medicamentos como corticoesteroides y antidepresivos.
“El impacto en la población mexicana es aún más grave cuando consideramos que alrededor de 50 mil casos de ceguera se atribuyen a la detección tardía ya sea por falta de conocimiento sobre esta enfermedad o la nula atención y cuidado ocular, lo que convierte al glaucoma en un problema con necesidad crítica de concientización y exámenes oftálmicos regulares a partir de los 40 años”, indica Juan Manuel Cardoso, director médico de Laboratorios Grin.
En el marco del día mundial del glaucoma (12 de marzo), el Dr. José Antonio Paczka, director médico del Global Glaucoma Institute, resalta la importancia de desarrollar una cultura de prevención en la población pues la atención oportuna es la única manera de evitar la progresión de esta enfermedad e incluso la pérdida de visión.
Por lo anterior, es primordial acudir al especialista por lo menos una vez al año para una evaluación completa y precisa del diagnóstico, así como realizarse las pruebas diagnósticas necesarias, entre las que destacan:
Examen oftalmológico exhaustivo que incluya la medición de la presión intraocular.
Prueba del campo visual que ayuda a mostrar cualquier posible pérdida de visión lateral (periférica).
Examen ocular con dilatación de las pupilas para evaluar el nervio óptico.
“El tratamiento adecuado depende principalmente del tipo de glaucoma detectado, la etapa en la que se encuentra y la severidad del daño. Si bien, los tratamientos actuales no pueden revertir el daño glaucomatoso, la innovación y la tecnología han permitido construir avances importantes en terapias farmacológicas, técnicas quirúrgicas de vanguardia y tratamientos más efectivos y menos invasivos, sin dejar de lado, la visita al especialista”, concluyó el Dr. Paczka.