El reporte Frentes de deforestación; impulsores y respuestas en un mundo cambiante, publicado hoy por WWF, analiza 24 lugares que tienen una concentración significativa de puntos críticos de deforestación y donde grandes áreas de bosque remanente están amenazadas. En los últimos 13 años, más de 43 millones de hectáreas de bosque han sido devastadas solo en esas zonas, un área del tamaño de California, Estados Unidos.
Nueve de los 24 frentes se encuentran en América Latina, región que ha experimentado una disminución del 94% en las poblaciones de vida silvestre monitoreadas por el Índice Planeta Vivo. Esta alarmante disminución en biodiversidad es atribuida, en gran parte, a la pérdida y degradación de hábitat causada por el cambio de uso de suelo. El reporte identifica las principales causas y las soluciones eficientes.
El informe encontró que la deforestación se estaba produciendo a tasas más altas en la Amazonía brasileña y el Cerrado, la Amazonía boliviana, Paraguay, Argentina, Madagascar y Sumatra y Borneo, en Indonesia y Malasia.
Sobre la Amazonía brasileña, el documento advierte que este bosque tropical de 395 millones de hectáreas está por alcanzar un punto sin retorno, en el que perderá su balance y sufrirá una disminución de lluvias y estaciones secas prolongadas. En cuanto al Gran Chaco, que se extiende por Bolivia, Paraguay y Argentina, indica que tiene uno de los niveles más altos de deforestación en el mundo, impulsado principalmente por la producción de soya y la ganadería a gran escala. Otra zona afectada es el bosque Maya, uno de los bosques tropicales más grandes de América y que abarca Belice, Guatemala y México.
El reporte identifica 12 impulsores de deforestación, entre los que la agricultura comercial se ubica como una de las mayores causas detrás de la pérdida de bosques alrededor del mundo, con áreas boscosas despejadas con el fin de crear espacio para el ganado y los cultivos. En América Latina, la ganadería, la agricultura a gran escala, la agricultura de subsistencia, la minería, la infraestructura de transporte y los incendios se resaltan como los mayores impulsores de pérdida de bosque.
El informe explica que los bosques degradados y fragmentados son más propensos a los incendios, que a su vez afectan de manera directa al clima. Se estima que los incendios en la Amazonía durante el 2019 causaron 1,1% de las emisiones globales de carbono, y 80% de las emisiones de Brasil. Es así como el reporte enfatiza la conexión entre la deforestación y el cambio climático.
“La reducción de la deforestación también debe ser parte de la solución al problema del cambio climático”, afirmó Pablo Pacheco, científico principal de la práctica de bosques de WWF y coautor del informe. “La agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra representan una cuarta parte de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero, por lo que, al abordar la pérdida de bosques, podemos reducir nuestras emisiones. No hay alternativa si queremos lograr nuestros objetivos climáticos globales».
“Si bien las cifras que compartimos son alarmantes, la pandemia de COVID-19 puede brindar una oportunidad para el tipo de cambios transformadores que son esenciales en la meta de salvaguardar nuestros bosques”, advirtió por Fran Raymond Price, líder global de la práctica de bosques de WWF.
“Necesitamos cambiar nuestra relación con la naturaleza. Debemos reducir el consumo excesivo y dar más valor a la salud y la naturaleza en lugar del actual énfasis en el crecimiento económico y las ganancias financieras a toda costa. El riesgo de que surjan nuevas enfermedades es mayor en las regiones de bosques tropicales que están experimentando cambios en el uso de la tierra”, explicó Price.
Soluciones para frenar la deforestación
El informe analiza las soluciones y respuestas a la deforestación y concluye que estas deben ser integrales y adaptadas al contexto local y regional. Enfatiza que no hay un enfoque único ni un criterio universal, y deja claro que las respuestas más efectivas son aquellas que combinan múltiples soluciones.
Los enfoques para detener la deforestación han evolucionado con el tiempo. En particular, ha habido un cambio de la dependencia únicamente en políticas y regulaciones estatales que promueven la sostenibilidad ambiental en el largo plazo, a un mayor énfasis en las iniciativas basadas en el mercado, incluido el Pago por Servicios Ecosistémicos (PSE) y los esquemas de certificación, que aseguran crecimiento económico en el corto plazo. Los compromisos corporativos con la deforestación cero también han ido en aumento, entre ellos los de las instituciones financieras. Sin embargo “necesitamos ser más efectivos en empujar a las empresas a que cumplan sus deberes”, detalla Jordi Surkin, Director de Conservación de WWF Bolivia.
Surkin resalta que WWF en Latinoamérica trabaja en la implementación de mejores prácticas ganaderas a nivel de productores para que planifiquen su predio y roten el ganado con el fin de aprovechar el pasto de manera efectiva y lograr mayor sostenibilidad. Así se reduce la necesidad de desmontar más área para sembrar más pasto. Al mismo tiempo, al planificar el predio, se identifica dónde hay servicios ecosistémicos que deben ser conservados o restaurados.
Entre las soluciones, el informe menciona el reconocimiento de los derechos de tenencia de los territorios indígenas como una respuesta efectiva que promueve la protección de bosques bajo prácticas de manejo y control local. Surkin resaltó que “los territorios indígenas suelen ser efectivos en frenar la deforestación, pero cada vez son más comunes las situaciones en las que quedan ´islas´ de bosques, es decir, bosques sanos rodeados de deforestación”. Es por ello que WWF enfatiza la combinación de soluciones, sobre todo, integrando las respuestas basadas en áreas, con respuestas sustentadas en sectores comerciales o productos específicos.
El reporte hace un llamado a los ciudadanos alrededor del mundo a tomar acción para frenar la pérdida de bosque evitando el consumo de productos asociados a la deforestación, como ciertas carnes, soya y aceite de palma, revisando etiquetas y buscando productos certificados para determinar su procedencia. También propone acciones urgentes por parte de gobiernos, empresas y reguladores, que deben aplicarse de forma combinada. Estas incluyen:
Asegurar los derechos de tenencia de tierras de los pueblos indígenas y las comunidades locales.
Asegurar la conservación de áreas ricas en biodiversidad.
Garantizar que los productos procedentes de los bosques se produzcan y comercialicen de forma legal y sostenible.
Garantizar que las cadenas de suministro de las empresas sean lo más sostenibles posible y alentar a más empresas e instituciones financieras a comprometerse con la deforestación cero.
Promover el involucramiento entre países consumidores y países productores al momento de diseñar soluciones viables a largo plazo.
Crear políticas y legislación que aseguren que todos los bienes y productos forestales importados – y las finanzas relacionadas – estén libres de deforestación y conversión de ecosistemas, y respeten los derechos humanos.