La agroecología y prácticas agrícolas sustentables son el camino a seguir en México y el mundo si queremos sostener los ciclos de la vida y enfrentar los efectos de degradación del suelo, su contaminación y la del agua, y pandemias que vivimos, afirmó el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Suárez Carrera.
“Un gran reto que tenemos como país, y en general como humanidad, es preservar nuestros recursos naturales y el medio ambiente, restablecer los ciclos del planeta y de forma paralela producir alimentos sanos, nutritivos, de calidad, asequibles y suficientes para todos. No es un reto fácil, pero es imperativo”, señaló al participar en la conferencia número 20 del Ciclo Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica con Prácticas Sustentables, organizada por la Secretaría.
La pandemia de COVID-19 ha matado a dos millones de personas y enfermado a más de 88 millones en el orbe, agregó en el encuentro en el que participaron, con conferencias magistrales, tres expertos agroecológicos internacionales de renombre en ámbitos gubernamentales y sociales.
El científico del clima y experto en microbiología de los suelos Walter Jehne, de Australia, afirmó que a medida que la población mundial se acerque a los 10 mil millones para 2050 y aumente la amenaza de inestabilidad social derivada de las crisis alimentarias, debemos revisar con urgencia cómo podemos cumplir con los elementos esenciales de seguridad alimentaria global y el suministro físico suficiente.
Se trata de elementos, dijo, que incluyen la asequibilidad y acceso, la integridad nutricional y de salud, la sostenibilidad de la producción, la viabilidad económica de los agricultores y la autonomía y seguridad estratégicas.
Hoy, refirió, 70 por ciento de los alimentos disponibles provienen de zonas urbanas y rurales sostenidas particularmente en esquemas agroecológicos que tienen lugar al margen de la “industria agrícola”, cuya continuidad productiva depende de la capacidad de mantener la salud de los suelos, para que aporten los nutrientes esenciales para las plantas y generar cosechas nutritivas y saludables.
“La evidencia científica es clara, nuestra agricultura industrial oxidativa actual ha degradado el contenido de carbono, la estructura, la salud y la productividad sostenida de los suelos, al grado que las tierras de cultivo residuales ahora retienen la mitad del carbono que tenían hace cien años.
“En los últimos ocho mil años, nuestra agricultura oxidativa ha convertido más de cinco mil millones de hectáreas, el 40 por ciento de la superficie terrestre, en desiertos y páramos creados por el hombre”, afirmó.