El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) analizó la evolución de las inversiones en transmisión eléctrica para el periodo 2013-2023 de México, así como las proyecciones de cara al inicio de un nuevo gobierno, con el objetivo de evaluar las necesidades de inversión en infraestructura de redes del país.

De acuerdo a la información pública analizada, existe una notoria diferencia entre las necesidades de inversión en infraestructura de transmisión estimada por la CFE y los presupuestos asignados anualmente para este rubro.

De acuerdo con su mecanismo de planeación, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) estima invertir 129.4 mil millones de pesos en infraestructura de transmisión eléctrica entre 2023 y 2028. La propia CFE reconoce que de 2023 en adelante requiere 84 mil millones de pesos para ejecutar 57 proyectos relacionados al mantenimiento de líneas de transmisión, subestaciones de potencia, adquisición de equipo de cómputo y rehabilitación de edificios y talleres, así como 150 nuevos proyectos instruidos por la Secretaría de Energía en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen).

Al analizar las inversiones ejercidas en la década anterior en infraestructura de transmisión (2013-2023), se observa que, en primer lugar, que la subinversión en infraestructura de transmisión eléctrica ha sido una constante y, en segundo, que los montos ejercidos distan mucho de los objetivos de inversión del mecanismo de planeación para 2023-2028.

En 2023, los recursos aprobados en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de ese año fueron 42.9% de lo estimado en el mecanismo de planeación de la CFE, mientras que la inversión ejercida ascendió a sólo 21.7% de la estimada en la planeación. Para 2024 se puede esperar un comportamiento similar, dado que en el PEF se contemplan 9.6 mil millones de pesos en inversión, 39.2% de lo estimado en el mecanismo.

El crecimiento en la demanda eléctrica, impulsado por la electrificación de las industrias, el crecimiento económico, la electromovilidad, así como la relocalización de las cadenas de valor, aunado a la necesidad de acelerar la incorporación de energías limpias a la matriz eléctrica de México, obligan a invertir de forma decidida en la ampliación y modernización de las redes eléctricas.

Asimismo, en un contexto de finanzas públicas presionadas, es necesario aprovechar todas las fuentes de financiamiento legalmente posibles, al mismo tiempo que se mantiene la propiedad, planeación y el control del Estado, a través de la Secretaría de Energía, el Cenace y la CFE.

Los cambios tecnológicos y la realidad nacional obligan a acelerar el despliegue de líneas de transmisión, subestaciones y bancos de transformación, entre otros. Actualmente, a pesar del buen negocio que representa la transmisión eléctrica para la CFE, los incentivos no están alineados para una modernización y expansión acelerada de la Red Nacional de Transmisión.

Utilizar todos los mecanismos plasmados en la ley para financiar las expansiones de las redes eléctricas. En un contexto de finanzas públicas presionadas, el próximo gobierno tiene a su disposición instrumentos bursátiles como los CKD, Cerpi y Fibra E, así como la posibilidad de llevar a cabo asociaciones público-privadas que permiten diversificar las fuentes de financiamiento para proyectos de redes eléctricas. En 2018 la Fibra E de la CFE recaudó 16.2 mil millones de pesos comprometiendo ingresos de activos de transmisión. Originalmente pensada para expandir la infraestructura de transmisión, los recursos se destinaron a la construcción de nuevas centrales eléctricas.

Garantizar los recursos para ejecutar las obras de infraestructura de redes eléctricas instruidas por la Secretaría de Energía. Sin recursos etiquetados específicamente para las obras instruidas, no existirá el incentivo para llevar a cabo estos proyectos.

Retomar el Programa de Redes Eléctricas Inteligentes. La Secretaría de Energía define una red eléctrica inteligente como una red capaz de reestructurarse y de recopilar información para conocer cuáles fueron las fallas que se dieron en el sistema y solucionarlas para mejorar el sistema eléctrico nacional a través de ser eficiente, seguro, flexible, resiliente, de calidad, confiable y sustentable. Una red eléctrica inteligente permite gestionar de forma más eficiente los flujos de energía, esto es especialmente relevante en un contexto de incorporación acelerada de energías renovables variables.

Promover el desarrollo de microrredes. La demanda de energía, el desarrollo tecnológico que permite la descentralización y la insuficiente infraestructura de redes eléctricas han promovido que las microrredes -que pueden estar o no conectadas al sistema principal de energía- surjan como una alternativa ante un sistema eléctrico presionado. Las posibilidades de generación en sitio y abasto aislado, acompañado de la evolución en las tecnologías de almacenamiento eléctrico (baterías) han acelerado este tipo de infraestructura. Desde un ángulo de transición energética, las microrredes facilitan incorporar tecnologías limpias -acompañadas de almacenamiento- y reducir la huella de carbono de los usuarios. A nivel mundial existen ejemplos de microrredes con la escala suficiente para suministrar la energía de infraestructura crítica como aeropuertos (Pittsburgh), universidades (Princeton) o pequeñas islas (Block Island, Rhode Island).

 

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