El mariachi, el emblema de la música mexicana, enfrenta la peor crisis de los últimos tiempos: la pérdida de su mercado laboral debido a la pandemia por SARS-CoV-2, y el enorme reto de superar esta situación.

Sus integrantes poco a poco comienzan a dejar en el olvido a sus instrumentos musicales, y silencian sus resoplidos en sus instrumentos de viento, cuerdas que frotan y voces unísonas.

Los integrantes de estas agrupaciones que están lo mismo en un bautizo, cumpleaños, aniversario, conmemoración, boda, velorio, que por el simple gusto de interpretar esas melodías que estremecen el cuerpo, provocan llanto, alegría, tristeza.

Son parte fundamental de la cultura mexicana, sin embargo, su trabajo no se puede realizar con cubrebocas y, aunque se resisten a que sus instrumentos y voces se queden en silencio, la realidad los obliga a disminuir su actividad laboral, la cual desempeñan aproximadamente mil personas, de acuerdo con cifras recientes del INEGI.

Al respecto, Camilo Camacho Jurado, etnomusicólogo y docente de la Facultad de Música (FaM) de la UNAM, este sector del folclore mexicano atraviesa por una situación crítica, porque además de que suspendieron las actividades festivas y todo tipo de encuentros, tienen que cantar sin cubrebocas, y esto los pone en mayor riesgo.

A nivel nacional, existen poco más de 30 mil personas que se consideran mariachis, que registra un número –aún sin contabilizar de individuos que han abandonado esta profesión debido a la pandemia de COVID-19-.

El también violinista y quien formó parte de una agrupación de mariachi que llevó hace algunos años la música mexicana hasta Taiwán, expresa que hoy la realidad es distinta y, sobre todo, compleja para quienes se dedican a esta labor.

“En estos momentos en la Ciudad de México no es tanto que se haya disminuido el cobro, porque se intenta recaudar lo mismo, pero no hay trabajo, se ha disminuido en más del 50 por ciento, los compañeros están tocando al 25-30 por ciento”, destaca.

El mariachi como elemento fundamental de la cultura mexicana, en 2011 fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y celebran su día el 21 de enero de cada año.

Con asombro, comenta que algunos músicos que conoce envían mensajes por redes sociales: “deséenme suerte, me voy a trabajar, me salió una tocada”. Son conscientes de que arriesgan la vida, pero tienen que llevar algo a sus familias, y no hay de otra, más que atreverse.

Destaca además que la formación en la música de mariachi también enfrenta un futuro ambiguo debido a los recortes presupuestales que afectan a la Escuela de Mariachi “Ollin Yoliztli”, situada en Garibaldi, la primera institución educativa en su tipo, creada en 2012.

En la actualidad el mariachi se encuentra desde Japón hasta Chile, pasa por Estados Unidos y Europa; aunque en África aún no se tiene certeza es probable que también existan, menciona Camacho Jurado. “Es importante señalarlo: el mariachi se volvió un fenómeno mundial”.

En Beijing, donde se ubica la sede del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) de la UNAM en China, Raúl López Parra, coordinador de Vinculación y Comunicación, recuerda que cada año, con motivo de las fiestas de Independencia, la Embajada de México invita a un conjunto de mariachis, procedentes de nuestro país, para que participen en los festejos en distintas ciudades chinas.

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