La incorporación de la tecnología en los entornos laborales ha sido un proceso en constante evolución. Antes, las decisiones de contratación y ascenso dependían exclusivamente de la percepción humana, lo que generaba sesgos y limitaba la equidad de género. Con la llegada de la inteligencia artificial en el trabajo, se abrió una nueva posibilidad de optimizar estos procesos y hacerlos más objetivos. Sin embargo, esta revolución también trae consigo desafíos que podrían perpetuar desigualdades si no se manejan con responsabilidad.
El impacto de la inteligencia artificial en el trabajo es un tema en debate. Para muchas empresas, la IA se ha convertido en una herramienta para hacer más equitativos sus procesos de reclutamiento y gestión del talento. Al eliminar ciertos sesgos humanos, ayuda a que las decisiones de contratación se enfoquen en habilidades y capacidades. Esto reduce la influencia de prejuicios inconscientes que han frenado el crecimiento profesional de muchas mujeres.
“Cuando se diseña con responsabilidad, la IA puede ayudar a abrir puertas que históricamente han estado cerradas para nosotras”, señala Estrella Vázquez, CEO de Time2Grow.
Las compañías más avanzadas en este tema han comenzado a utilizar algoritmos que no solo filtran candidaturas con base en habilidades específicas, sino que también identifican posibles sesgos en el lenguaje utilizado en las ofertas de trabajo. Palabras como «líder nato» o «mentalidad agresiva» pueden disuadir a mujeres de postularse, mientras que términos más neutrales generan convocatorias más diversas. Asimismo, algunas organizaciones han implementado evaluaciones ciegas impulsadas por IA. Esto evita que los prejuicios inconscientes influyan en la selección de personal.
Pero la otra cara de la moneda es preocupante. La mayoría de los sistemas de IA se entrenan con datos históricos que reflejan patrones de discriminación de décadas. Si no se corrige ese sesgo, la tecnología no solo lo replicará, sino que lo reforzará, afectando la manera en que se selecciona, promueve y valora a las mujeres en el entorno laboral.
El problema de raíz es aún más profundo: la representación femenina en el sector tecnológico sigue siendo baja, con menos del 30% de participación en la industria y apenas un 22% en áreas especializadas en IA. “No podemos esperar que la IA resuelva la desigualdad si quienes la diseñan no representan la diversidad que queremos ver en el mundo laboral”, advierte Vázquez.
La falta de mujeres en tecnología en posiciones clave dentro del desarrollo de IA también influye en cómo se diseña y utiliza esta tecnología. Actualmente, solo el 8% de los Chief Technology Officers (CTOs) en Estados Unidos son mujeres. Esto significa que las decisiones estratégicas sobre la implementación de IA en las empresas están mayoritariamente en manos de hombres.
Esta situación limita la posibilidad de que la tecnología sea desarrollada con una perspectiva de género que mitigue sesgos en los algoritmos.
Otro riesgo es la falta de transparencia. En muchas organizaciones, las decisiones que toma la IA son prácticamente indescifrables. Esto dificulta identificar y corregir sesgos que podrían estar afectando a las mujeres en procesos de evaluación y ascenso.
Sin una regulación clara y una mayor rendición de cuentas, estos sistemas podrían consolidar la brecha de género en lugar de reducirla. Para evitarlo, algunas empresas han comenzado a establecer auditorías regulares a sus algoritmos de IA y a exigir explicaciones claras sobre cómo toman decisiones clave en temas de talento.
Además, es crucial educar a los líderes empresariales sobre el sesgo algorítmico y sus consecuencias. Capacitar a los equipos de tecnología y recursos humanos en la identificación y corrección de estos sesgos permitirá que las empresas implementen la inteligencia artificial con un enfoque más inclusivo. Iniciativas como certificaciones de equidad en IA y talleres de sensibilización pueden contribuir a construir un entorno laboral más justo y equitativo.
Aun con estos desafíos, la oportunidad es enorme. Empresas que están utilizando la IA con un enfoque inclusivo han logrado avances importantes en la equidad de género. Estrategias como programas de capacitación personalizados para mujeres, simulaciones con realidad virtual para crear conciencia sobre los sesgos y evaluaciones basadas en habilidades, en lugar de en currículums tradicionales, han sido clave en este proceso.
Por ejemplo, algunas compañías han implementado sistemas de IA que analizan la trayectoria profesional de sus empleadas y sugieren oportunidades de ascenso o desarrollo con base en su potencial, en lugar de en su experiencia previa. Este enfoque ha permitido que más mujeres accedan a posiciones de liderazgo, evitando que las tradicionales barreras de promoción sigan limitando su crecimiento.
Para que la inteligencia artificial en el trabajo se convierta en una herramienta real de equidad, es fundamental promover la diversidad e inclusión en IA desde su desarrollo. Esto implica incorporar más mujeres en tecnología, establecer regulaciones claras y fomentar auditorías constantes en los algoritmos.
“La clave está en involucrar a más mujeres en la toma de decisiones sobre IA y asegurarnos de que la tecnología sea una herramienta para la equidad, no una barrera más”, enfatiza Vázquez. Mientras la inteligencia artificial sigue transformando los entornos laborales, el verdadero reto es garantizar que esa evolución beneficie a todos por igual.