México, Estados Unidos y Canadá –integrantes del Tratado de Libre Comercio (T-MEC)– producen alrededor de 18 por ciento de plásticos en el mundo, equivalente a lo que se genera en Europa, sin embargo, en México hay muy pocos estudios sobre las repercusiones de la presencia de microplásticos en los diferentes ambientes, afirmó Patricia Ramírez Romero, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

De acuerdo con algunas estimaciones existen 8,300 millones de toneladas de plástico virgen y esas pequeñas esferas más tarde se transformarán, derivando en 6,300 millones de toneladas de residuos de ese material lo que consolida el edicto científico de que “vivimos en la era del plástico”.

Una vez que los plásticos han llegado a su final de vida útil “los desechamos y apenas nueve por ciento será reciclado y 12 por ciento incinerado, mientras que 79 por ciento se trasladará a basureros o, desafortunadamente, a los entornos naturales, de tal suerte que 13 millones de toneladas llegan cada año al mar”.

Debido a su tardía degradación, esas partículas son confundidas con alimentos por los animales marinos, con los consecuentes problemas a la salud de los humanos.

Especialistas del Laboratorio de Toxicología de la Unidad Iztapalapa de la UAM realizaron un muestreo de peces, moluscos y sedimentos de agua, así como una evaluación de residuos sólidos para saber si el mal manejo de éstos era el origen de la contaminación por microplásticos en el municipio de Tecolutla, Veracruz, en el Golfo de México.

Los estudiantes Lirio J. Sánchez. Wendy Alvarado y Paul Torres practicaron análisis a diez especies de peces y almejas chocolate en diferentes puntos del estero, encontrando presencia de esos materiales en cada una de las matrices alertadas en el agua, indicó.

En las almejas se pudo calcular que más o menos “estaríamos ingiriendo 2.6 partículas por gramo, es decir, 296 microplásticos en un coctel grande, lo que comparado con Europa o China es menor, pero al final quedamos expuestos a través de los alimentos”.

En un recorrido en lancha observaron sandalias y botellas de agua flotando en el mar, lo que manifiesta la necesidad de una mayor cooperación entre todos los ciudadanos para el manejo adecuado de la basura, en especial cuando se trata de restos plásticos.

“Estamos consumiendo comida que trae microplásticos que no vemos y no nos saben, aun cuando pueden favorecer la presencia de cáncer en diferentes órganos y alterar los sistemas hormonales al grado de no permitir una reproducción normal”. En la placenta son capaces de pasar a tejidos muy cerca del bebé y causar problemas en el desarrollo”.

La pandemia del COVID-19 incrementó el uso de plásticos –mascarillas y guantes–, el servicio de ventas online creció en uso de este producto hasta en 60 por ciento, además que la atención de cada enfermo de coronavirus requiere entre 2 y 2.2 kilogramos de residuos al día, en promedio, que no son desechados de manera correcta, finalizó.

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