Las vacunas son preparaciones destinadas a generar inmunidad hacia una enfermedad específica, estimulando la producción de anticuerpos. Cada año estos mecanismos de defensa salvan millones de vidas al entrenar y preparar al cuerpo para reconocer y combatir los virus y bacterias que le atacan.
Las vacunas necesitan preservarse de la temperatura y en muchas partes del mundo como México se diseñen estrategias que permitan llevar vacuna a zonas remotas con el uso de aditamentos que garanticen las condiciones de temperatura ideales para conservarlas.
En este sentido, el EPS, conocido comúnmente como unicel, se ha convertido en un aliado para garantizar el acceso a la vacuna de forma funcional para la población. Su uso con fines médicos no es nuevo, a lo largo de la historia la industria farmacéutica ha trabajado de la mano con el sector plástico para diseñar productos que garanticen el manejo adecuado de vacunas, medicamentos y equipo medico garantizando la protección, conservación y vida útil de los productos durante su transportación hasta que llegan con los pacientes.
De acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Industrias de Plástico (ANIPAC) se proyecta que, a escala mundial, el mercado de empaques del sector farmacéutico reportará un crecimiento de 8.2% hacia 2025, lo que representa un aumento de 118 mil millones de dólares para la industria.
En nuestro país se registró un incremento considerable de la demanda de estos empaques, principalmente contenedores de EPS para transporte de pruebas y vacunas contra Covid-19.
Y es que además de ser un producto ligero y que permite amortizar cualquier impacto, el unicel es un producto 100% reciclable que se puede reintegrar en su totalidad a la cadena de valor. En este sentido, existe e Plan Nacional de Manejo de Residuos de EPS impulsado por Tecnologías Rennueva, Marcos&Marcos y Dart de México, que tiene el objetivo de promover una cadena de valor que brinde beneficios económicos, sociales y ambientales; a través del trabajo en conjunto del sector privado y público.
Actualmente los representantes del plan han ofrecido a diferentes sectores, como gobierno e iniciativa privada, trabajar de manera conjunta para lograr recuperar todos los desechos farmacéuticos generados por la cadena de suministro de las vacunas y ejercer un correcto y responsable manejo de los residuos de unicel forjando con ello una cadena de valor que impacte positivamente el medio ambiente y la economía de toda la región.
Aún falta mucho tiempo para lograr alcanzar la meta de vacunación establecida por el Gobierno Federal, sin embargo, es importante que desde este momento también se establezcan acciones sostenibles que permitan un manejo responsable de residuos sobre todo para garantizar un acceso equitativo a toda la población de la vacuna contra COVID-19.
En medio de la pandemia actual, las vacunas no sólo ayudarán a salvar vidas, también para prevenir los efectos a largo plazo que provoca el virus SARS-CoV-2. Actualmente el mayor número de países alrededor del mundo se encuentran implementado sus programas de inmunización para lograr que la mayor proporción de la población de personas sean vacunadas y con ello minimizar el riesgo de contagio y controlar la pandemia.
Estas vacunas también deben ser distribuidas entre los grupos poblacionales que cuentan con menos servicios y en comunidades de difícil acceso. Uno de los grandes retos para lograr este objetivo es que la eficacia de las vacunas existentes en el mercado exige una compleja cadena de frio, es decir, una cadena de suministro que implica congeladores y métodos de transporte que aseguran mantener cierto grado de temperatura.