El mundo padece una epidemia, y no es el COVID-19, se trata de la obesidad. Desde 1975 el sobrepeso y la obesidad casi se han triplicado y, de mantenerse esta tendencia, para 2030 alrededor del 40% de la población del planeta tendrá sobrepeso y más de la quinta parte será obesa.
En México y a raíz de la cuarentena, cada mexicano aumentó 8.5 kilos, cuando el promedio mundial es de 6.1, reveló el estudio Acciones & Intervenciones para la pérdida de peso, publicado por Ipsos.
Sin duda, un factor de riesgo para la salud en general. Sin embargo, y en medio de la pandemia por COVID-19 el riesgo aumenta, debido a las complicaciones que puede tener la enfermedad por el hecho de padecer sobrepeso u obesidad.
De acuerdo a una encuesta realizada en el 2020 por Doctoralia, la plataforma que conecta a profesionales de la salud con pacientes, 37.9% de los encuestados indicaron que tiene familiares con hipertensión, 28.5% con diabetes y 17.4% con obesidad.
Mientras que, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018 reporta que la prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población mexicana es de 75.2%, es decir, 3 de 4 adultos la padece, lo que supera al promedio mundial. De ahí la necesidad de entenderla y atenderla.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad se definen como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. Esto se debe a un desequilibrio energético, ya que se consumen más calorías que las que se gastan.
El aumento de los niveles de obesidad en el mundo se debe a varios factores, entre los que sobresalen un mayor consumo de alimentos ultraprocesados y de alto contenido calórico y el descenso de la actividad física por la naturaleza sedentaria de muchas formas de trabajo y de entretenimiento.
Para saber si se tiene sobrepeso u obesidad hay que calcular el índice de masa corporal (IMC), una medida combinada de la estatura y el peso. Un IMC igual o superior a 25 indica sobrepeso y si es de más de 30 se considera obesidad.
Mientras más elevado sea el IMC, mayor será el riesgo de presentar problemas de salud relacionados con la obesidad, tales como diabetes mellitus, hipertensión, niveles altos de colesterol y triglicéridos en la sangre, enfermedades cardiovasculares, problemas óseos y articulares, apnea del sueño, cálculos biliares, problemas del hígado y algunos tipos de cáncer.
La buena noticia es que la obesidad y el sobrepeso, así como los padecimientos relacionados, pueden prevenirse si se adopta un estilo de vida saludable. Se sugiere una alimentación balanceada: limitar el consumo de alimentos que contengan demasiada grasa o azúcares y aumentar la ingesta de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos. Así como realizar actividad física periódica, la OMS recomienda un mínimo de 150 minutos semanales de ejercicio moderado a intenso.
Un estilo de vida sano se complementa con revisiones médicas periódicas y consultas con un nutriólogo para llevar buen control de nuestra alimentación. Las citas se pueden realizar en línea, a través de plataformas como Doctoralia, en donde además de encontrar a nutriólogos, encontrarán más de 185 mil profesionales de la salud de 70 especialidades diferentes.