En Latinoamérica la incertidumbre social y sanitaria, las áreas naturales protegidas (ANP) han probado ser el principal mecanismo de conservación de la naturaleza y fuente de servicios ambientales como de desarrollo humano de las poblaciones más vulnerables, sostiene el Informe Planeta Protegido de Latinoamérica y el Caribe 2020 (IPP-LAC), presentado por la RedParques, el Centro Mundial para el Seguimiento de la Conservación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP-WCMC por sus siglas en inglés), la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN, WWF y el Proyecto IAPA Visión Amazónica.

Sin embargo, estas organizaciones señalan que la superficie protegida no necesariamente está siendo manejada de manera efectiva. Tan solo el 14 por ciento de las áreas protegidas de la región ha sido evaluado hasta el momento. Además, el 50 por ciento de los ecosistemas no se encuentra suficientemente representado en los sistemas de áreas protegidas y conservadas.

Los biomas de bosque y matorral mediterráneo, así como las praderas y sabanas templadas, están particularmente subrepresentados (con menos del 17 por ciento de su superficie protegida). Aunado a esto, muchas áreas protegidas se encuentran cada vez más aisladas, lo que altera procesos ecológicos naturales e interrumpe el flujo genético, indispensable para tener poblaciones de especies saludables.

Con más de 8.8 millones de km2 en áreas protegidas terrestres y marinas, Latinoamérica y el Caribe es la región más protegida del mundo, con 24 por ciento de superficie terrestre y 19% de las superficie marina bajo este esquema, superando la cifra de 17 por ciento terrestre y 10 por ciento marina que establece la Meta 11 de Aichi. Esta porcentaje equivale a la superficie total de Brasil o a la suma de los territorios continentales de Argentina, México, Perú, Colombia, Bolivia y Paraguay.

El informe describe el avance en el cumplimento de compromisos internacionales de 51 países en materia de áreas protegidas (Meta 11 de Aichi del Convenio sobre la Diversidad Biológica – CDB), el cual establece que al menos el 17% de áreas terrestres y aguas continentales y 10% de áreas marinas y costeras, especialmente zonas de importancia para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, deben ser conservados a través de áreas protegidas manejadas efectiva y equitativamente.

Este informe, el primero en su tipo a nivel global, es resultado de un esfuerzo colaborativo que reúne a más de 58 expertos y 40 organizaciones de la región. El documento compila recomendaciones para la construcción de un plan estratégico al 2030 que permita fortalecer las ANP y sortear los retos que enfrentan actualmente, como la falta de financiamiento.

Según los datos reportados, el 57 por ciento de las áreas protegidas es manejado por los gobiernos de los países, el 15 por ciento por propietarios privados, tan solo el 6 por ciento por pueblos indígenas o comunidades locales y un 2 por ciento por ciento por esquemas de co-manejo, es decir, por el gobierno y las comunidades locales. El 20 por ciento restante de las áreas protegidas no reporta su tipo de gobernanza, por lo que es necesario exhortar a los países a mejorar sus sistemas de documentación.

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