Pese a la crudeza de los más de 44 mil fallecidos por COVID-19, la caída de 20% de la economía y la inseguridad galopante, el presidente Andrés Manuel López Obrador, presentó a un grupo seleccionado de medios de comunicación al Boeing 787 Dreamliner con cama extragrande y sala de conferencias. Fue traído la semana pasada de California, donde ha estado estacionado por más de un año.
El presidente ha convertido el avión en el símbolo de Gobiernos y opositores pasados, a quienes retrata como delincuentes amantes del golf y educados en el extranjero.
“Hay quienes quieren volver a esta forma de gobierno”, dijo. “Nos hemos comprometido a transformar a México. Los lujos del gobierno han terminado. El presupuesto es dinero del pueblo y será utilizado por los más necesitados”.
México está cerca de superar al Reino Unido como la tercera mayor cantidad de muertes en el mundo por el coronavirus. Funcionarios de salud dijeron durante el fin de semana que puede haber decenas de miles de muertes más por el virus que las que se han informado hasta ahora.
En su conferencia de prensa, el presidente limitó las preguntas al avión, aunado a la presencia y audiencias del exfuncionario de Pemex, Emilio Lozoya, que se ha convertido en la carta fuerte para levantar la imagen del MORENA y de AMLO en camino a las próximas elecciones.
López Obrador ha visto disminuir su popularidad por su manejo del virus y la falta de apoyo para las grandes empresas y los millones de trabajadores que han perdido sus empleos.
El regreso del avión le permite revivir su campaña anticorrupción antes de las elecciones de mitad de período del próximo año.
Las autoridades dijeron que hay dos ofertas por el avión, una de las cuales incluye un depósito de US$1 millón. AMLO dijo que esperaba anunciar un comprador en los próximos días.
La semana pasada, dijo que una de las ofertas era por 120 millones de dólares. En el pasado, rechazó una oferta por 125 millones de dólares porque era menor a una valoración gubernamental del avión de 130 millones de dólares.